Érase una vez un claro de un bosque donde muchas hadas pequeñas, de apenas cinco años de edad, jugaban y reían mientras un hada mayor, de pelo castaño muy rizado y alas de mariposa, les explicaba cosas sobre el bosque en el que vivían.
Una mañana, mientras todos escuchaban cómo hacerse un sombrero con una flor, David, una pequeña hada muy revoltosa, vio una mosca grande y verde que pasaba volando por el límite del claro y, sin que nadie le viese, fue detrás de ella para ver donde iba.
Por suerte la mosca no era muy rápida, porque David aún era pequeño y sus alitas no le permitían ir muy deprisa. Siguiendo a la mosca encontró una charca en la que estaba pescando un duende de color morado con unas enormes orejotas y un gorro de dormir naranja.
- ¿Que haces?- Pregunto la pequeña hada.
- Estoy pescando, pescando estoy - Respondió el duendecillo con una voz parecida al chirrido de una tiza en la pizarra.
David se acercó un poco más y miró curioso el agua, que era de muchos colores
- ¿Y que estás pescando?
- Estoy pescando colores, colores pescando estoy
- ¿Colores? ¿Peces de colores?
El duende miró a David con cara de no entenderle
- Pesco colores, colores pesco. Sólo colores, colores solo
La pequeña hada iba a decirle que eso era imposible, que los colores no se pueden pescar cuando el duendecillo comenzó a saltar nervioso sujetando con fuerza su caña.
- ¡Ha picado uno! ¡Uno ha picado!
De un fuerte tirón sacó la caña del agua con una burbuja de color morado en su extremo. David no se lo podía creer ¡había pescado un color morado! Pero el duende puso cara de tristeza.
- Morado ya tengo, tengo ya morado - Miró a David y le ofreció la burbuja - Toma, un regalo, un regalo toma.
Con los ojos como platos cogió la burbuja morada y empezó a volar a toda prisa para enseñársela a sus amigos. Tan contento iba que no vio a la mosca que había estado siguiendo antes y se chocaron en el aire.
¡¡¡CHOFFF!!!
Un poco mareado por el golpe, David miró alrededor y vio alejarse a la mosca, que ahora era de color morado, a toda velocidad. Se iba a reír cuando se dio cuenta de que sus manos y brazos también eran morados, todo el era morado.
Voló todo lo deprisa que pudo hacia el claro y cuando llegó todos sus compañeros empezaron a reírse al verle así. La profesora sonrió y pidiendo silencio les dijo a todos.
- Bien, eso es todo por hoy. Mañana David nos enseñará a pescar colores, a ver si entre todos encontramos uno que le quede mejor.
lunes, 11 de febrero de 2008
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1 comentario:
Pobre pequeño... encima de teñido de morado llegan y se rien de él!!jejeje, fijo que el rojo le quedaría mejor:)
Un kiss
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