miércoles, 27 de febrero de 2008

Habitación 042

042, cero cuatro dos.

La habitación del Sanatorio de Santa Brígida que ocupaba Lucio Castillo Huertas.

Una habitación con las paredes blancas y acolchadas, una cárcel diseñada para proteger al recluso de sí mismo.

La historia del inquilino de la habitación 042, cero cuatro dos, sólo la conocía él mismo, puesto que no tenía familiares ni amigos conocidos.

Si alguien pudiese contar esta historia, contaría que Lucio Castillo Huertas era un joven bastante normal, con una vida gris y normal, un trabajo normal en una enorme ciudad, un grupo de amigos normales como el y una novia totalmente normal.

¿Que como puede un planteamiento así desembocar en una estancia permanente en una habitación como la 042, cero cuatro dos?

Esa parte de la historia no la conoce nadie, los mayores cambios comienzan con un pequeño desencadenante.

Lo cierto es que lentamente, Lucio Castillo Huertas comenzó a dormir más bien poco, pasando el día adormilado y con su capacidad de atención más mermada cada día.

Poco a poco, Lucio Castillo Huerta empezó a mezclar ensoñaciones con su vida real, hablando con interlocutores que no estaban allí o respondiendo a preguntas no pronunciadas.

La normalidad de su vida se fue escapando gota a gota, siguiendo a los amigos que le dieron la espalda, la novia que le abandonó o el trabajo del que fue despedido.

Así que un día, y por su propio bienestar, Lucio Castillo Huertas fue internado en el Sanatorio de Santa Brígida, donde la luz de su razón se apagó progresivamente, terminando en un estado permanente de catatonia.

Y allí estaba, tumbado en la cama de la habitación 042, cero cuatro dos, con la mirada fija en el techo el enfermo mental Lucio Castillo Huertas.

Había (donde ó cuando no importa) un sabio príncipe de un hermoso reino, que llevaba una vida maravillosa, rodeado de amigos fantásticos y que contaba estrellas en los brazos de su alma gemela.

Lo único que empañaba la vida del sabio príncipe era la pesadilla recurrente de encontrarse totalmente inmóvil contemplando tumbado el techo de una habitación blanca.

No escucharemos hoy la historia de como lo logró, pero un día el sabio príncipe consiguió librarse de aquella horrible pesadilla.

A las 18:40 horas del día 27 de Febrero de 2008, se certificaba la muerte, por causas desconocidas, de Lucio Castillo Huertas, interno del Sanatorio de Santa Brígida en la cama de su habitación, la 042.

El doctor no juzgó relevante reflejar en su informe que el difunto lucía una enorme sonrisa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola estimado escritor.
Hace unos meses un colega se encontro con un caso similar en un pueblo de California. Allí un hombre sufria alucinaciones y pesadillas que le llevaron a la locura total. Contaba que soñaba con un ser de proporciones ciclopeas y horrible complexión. Dicho engendro hablaba un idioma desconocido pero que hombre, que solo hablaba ingles, entendia a la perfeccion, al parecer le conto algo de una ciudad sumergida y de su vuelta a la vida de la que se habia mantenido aletargado durante eones. Al final este pobre diablo fallecio, algun dia les detallare la historia
Atentamente
MARTIN L. RUETTIGER

Lauss dijo...

q rayada... oye eso de repetir el nombre completo del tio o el numero de habitación raya bastante... lo de la historia del principe no lo he acabado de entender, y encima vas al final y te cargas al pobre loco! un poco desconcertante...
(deduzco q has empezado a leer lo renglones torcidos de dios??)