martes, 4 de marzo de 2008

Revelaciones (Primera parte)

Sebastian caminaba por un camino que discurría junto al margen de un río poco profundo, agradeciendo la sombra de los árboles que crecían en la rivera del cauce. Llevaba ya varias horas andando desde que en el último pueblo le indicasen que el hombre al que había estado siguiendo la pista había partido en esta dirección. Estaba convencido de que éste retenía a otra de sus amadas musas y que de algún modo sabía que Sebastian le estaba buscando, por eso había huido del pueblo.

Con estos pensamientos rondándole llegó a una curva del cauce que el camino salvaba mediante un pequeño puente de madera escondido entre los árboles. El lugar perfecto para una emboscada, pensó Sebastian. Aunque este pensamiento se desvaneció
en un mar de sorpresa casi nada más nacer, de entre la vegetación de la orilla junto al puente venia una melodía potente y desafinada. Alguien estaba cantando, todos los planes y estrategias de Sebastian de derrumbaron ante la posibilidad de que quien cantase fuese su presa.

Proyectando la ilusión de ser invisible, se acercó con cuidado a la arboleda que rodeaba el puente. Cuando se asomó al cauce necesitó de todo su autocontrol para evitar exclamar sorprendido una vez más. A la sombra del puente, donde el río formaba un pequeño remanso, se encontraba bañándose el hombre que le habían descrito y al que llevaba varios días siguiendo.

Era un hombre de complexión robusta, con el pelo
rubio y corto excepto una trenza que arrancaba de su nuca y se sumergía en el agua que le llegaba por la cintura. Se encontraba de espaldas a Sebastian, lo que le permitía ver que tenía varios tatuajes en los hombros y antebrazos. Sin embargo, lo que hacía aquella escena cómica y terrible a la vez, era que el hombre cantaba a voz en grito desafinando mucho, aunque extrañamente el resultado era muy bello, y delante de el bailaba sobre el agua un pequeño ser de luz con aspecto de mujer alada. Una musa, su musa.

Los pensamientos se agolpaban en su cerebro, tratando de imponerse unos sobre otros al ritmo frenético de su corazón. No recordaba haberse encontrado nunca en tal estado de confusión y pánico. Hasta que de repente, el hombre dejó de cantar y se giró hacia los arbustos entre los que se escondía. Miró directamente hacia el y sonrió.

- ¡¡Cuánto tiempo!! Me alegro mucho de verte, hermanito.

Continuará...

3 comentarios:

Naru dijo...

una pregunta: si era invisible Sebastian... porqué le vió Cero??

Javi dijo...

Cero también tiene sus truquitos...

Naru dijo...

ahmmm.... tiene poderes mágicos y ve lo que los demás no ven, a que si!!!:P
besooo