martes, 29 de enero de 2008

El secreto

Érase una vez un poderoso y rico duque que gobernaba una vasta región de tierras. Un día llegó hasta sus oídos la noticia de que un extraño hombre recorría los caminos de sus dominios. Al parecer, el extraño proclamaba disfrutar plenamente las cosas buenas de la vida. El duque, intrigado, mandó traer a su presencia al forastero.

Esa misma noche, varios guardias escoltaron al peculiar hombre ante la presencia del duque. Vestía con ropas remendadas y combinadas sin ningún concierto, múltiples colores, estampados y tejidos se mezclaban de forma estrafalaria. Llevaba también un laúd, una flauta y un zurrón de aspecto desgastado y roto. En cuanto a su calzado, unas sencillas zapatillas llenas de agujeros cubrían sus pies, cubiertas con el polvo del camino.

El duque se rió al ver a aquel vagabundo miserable.

- ¿Realmente este sucio miserable que me habéis traído es ese que dice disfrutar plenamente de la vida? ¿Como va a disfrutar de nada si seguramente no podrá ni comer como una persona?

El vagabundo, lejos de molestarse por las palabras del duque, sonrió ampliamente y con una exagerada reverencia pidió permiso para hablar. Con un gesto de sarcasmo en su boca, el duque le indicó que hablase.

- Gracias, excelencia. Como bien decís, no tengo ningún problema en reconocer que, efectivamente, disfruto plenamente de las cosas buenas de la vida.

El duque resopló ante la absurda declaración de aquel sucio mendigo.

- ¿Y como lo hacéis? Porque si tu que eres un pobre desgraciado disfrutas de la vida yo, que soy rico y poderoso, disfrutaría de ella de forma inimaginable.

- Si me permitís, excelencia, os lo demostraré.

El duque asintió intrigado. Entonces el mendigo se dirigió a una enorme mesa con lujosas delicias y vinos exquisitos, se sentó y comenzó a comer y beber mientras hablaba.

- En realidad es muy simple, cualquiera podría hacerlo. Decidme, ¿por que vuestros súbditos trabajan de sol a sol durante toda su vida?

- Para mantenerse a ellos mismos y a sus familias.

- Ajam, ¿y no podrían mantenerse a ellos mismos simplemente cogiendo lo que necesitan en cada momento?

- También tienen que pagar mis impuestos.

- Ya veo, ¿y para que? ¿para que necesitan pagaros?

El duque se removió incomodo en su trono. Con un trozo de carne en la mano, el vagabundo se levantó y recorrió con la vista el salón, donde varias personas de la corte del duque observaban la conversación con una mezcla de sorpresa, indignación y diversión

- ¿Insinúas que mis impuestos es lo que impide a la gente disfrutar de la vida? ¿quieres incitar una revuelta para derrocarme?

Desenvainó su espada y bajó los tres escalones del estrado donde reposaba su trono acercándose al vagabundo con una amenaza dibujada en su rostro. El forastero le dio la espalda contemplando unas bellas cortinas que cubrían uno de los ventanales del salón.

- No, no me has entendido. Lo que digo, mi impulsivo amigo, es que cualquiera puede disfrutar de lo bueno de la vida, pero hay algo que se lo impide a la mayoría.

Se giró y avanzó sonriente hacia el noble mientras de un tirón arrancaba las cortinas y se las colocaba a modo de capa. Se detuvo con su cara a un palmo de la del duque.

- El tener algo que perder.

Y riendo con grandes carcajadas salió del castillo del sorprendido duque.

4 comentarios:

Cuervo dijo...

Primer!!!!! (jódete Naru :P)

Me mola, pero me molan más tus cuentos dragón (¿Para cuando categforía propia?), y para lo que viene a ser el secreto del vagabungo, podrías haberle dado un aire zen al relato y habría quedado muy chulo.

Y como siempre remarcamos nuestro gusto por los personajes estrafalarios (mi Lago, tu mendigo...)

Intuyo un significado más profundo que no llego a entender... o puede que me guste demasiado la palabra moralina... ¡Y deja de publicar a diario, que me pones en evidencia!!!!

Naru dijo...

Segun!!! (ilusión igualmente:P)

Me gusta, aunque estoy un poco espesa... y no acabo de entender, como diria cuervo... la moralina:), pero me gusta.

Y no dejes de publicar a diario, que mola!!!:), y si le pones en evidencia que se fatidie, que se inspire y lo haga el:)

Besitos

Giaccomo Torchia dijo...

" El hombre mas peligroso es aquel que no tiene que perder, pues no se le puede acobardar con nada ".

Me ha gustado el concepto

Pedro dijo...

Jajajjjajaj Muy bueno Javi. Esa frase final es lapidaria

Un abrazo,

Pedro.