La pelota se resbaló de las manos del niño y salió rodando, con todos sus colores girando vertiginosamente. Llegó hasta el borde de una escalera y cayó rebotando con cada peldaño
ploc
ploc
ploc
ploc
ploc
Golpeó una pared y se detuvo.
El niño bajó corriendo, sus zapatos de colores pisando cada escalón
tap
tap
tap
tap
tap
Y al acercarse a la pelota para cogerla vio que se estaba agrietando
crac
crac
crac
crac
crac
La pelota se rompió en mil pedazos de colores y de su interior surgió un hada con grandes alas de mariposa.
- ¡Hola! ¡¡Gracias por cuidar de mí!!
El niño tenía los ojos como platos. El hada se rió, y su risa era como el tintineo de muchas campanillas de plata.
- Entiendo que estés sorprendido.... mmm... como agradecimiento ¡¡puedes pedirme un deseo!!
Tras pensar un poco el niño formuló su deseo.
Poco después, el hada miraba jugar al niño con la pelota, fascinada por la belleza de la inocencia en estado puro.
martes, 15 de abril de 2008
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2 comentarios:
hacia mucho que no escribias de estos cuentos:), me gustan como empleas los colorines en los cuentos, les dan mucha alegria
un beso:)
Muy bonito :) Si es que cuando te pones tierno no hay quien te gaen :)
Un abrazo(de colorines),
Pedro.
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