viernes, 28 de diciembre de 2007

cuento para dormir

- Erase una vez, en una tierra muy lejana...

El anciano comenzó una historia como siempre hacía, aunque lo único que repetía era el principio pues inventaba una nueva trama cada vez. La niña estaba enfrente de el, sentada en el suelo con las piernas cruzadas y la cabeza apoyada en las manos, con los ojos muy abiertos por la expectación.

- … reinaba un Rey sabio y justo, al que todo el pueblo quería. El Rey vivía felizmente en un castillo de grandes torres desde las que se podía contemplar todo el reino. Cuatro eran l…

- ¿De que color?

- Umf ¿que?¿como?

- Que de que color era el castillo, el del rey

- Ermmm, pues… gris, supongo, de piedra…

- Jooo, gris noooo

- ¿Por que gris no? Es de piedra, así que será gris

- ¡Pero no se puede vivir feliz en una casa gris! Verde, el castillo era verde, es un color muy bonito

- ¿Verd..? oh, de acuerdo, como quieras, el castillo era verde. ¿Por donde iba? Mmmm…. Ah, si, Cuatro eran los hijos del rey, dos niñas y dos niños , que vivian con el en el castillo.

Una mañana, los cuatro se escabulleron de la vigilancia de sus cuidadores y se fueron a jugar al bosque. Jugaron y jugaron sin darse cuenta de que se alejaban cada vez más del castillo, se adentraron mucho en el bosque y llegaron a un claro en el que vieron a un hombre vestido con harapos sentado en una pied…

- ¡Amarillos!

La interrupción cogió por sorpresa al anciano, que dio un respingo - ¿Cómo? ¿Qué pasa ahora?

- Los harapos del señor del claro, amarillos le quedarían bien…

- Amarillos… pf, de acuerdo, de acuerdo… Como iba diciendo, el hombre estaba sentado en una piedra y parecía estar trenzando pequeñas ramas. Llevados por la curiosidad, los niños se acercaron al hombre y le preguntaron que hacía. Riendo, el desconocido les mostró que estaba haciendo muñecos de ramitas trenzadas. Les miró con una cara que les dio algo de miedo pero se olvidaron de ella cuando el extraño les dio un muñeco a cada uno. Los muñ…

- Azules

Confundido por la nueva interrupción de la niña, el anciano tardó un poco en reaccionar - ¿Los muñecos? Pero si eran de ramitas…

- Bueno, entonces los árboles eran azules también, con las hojas naranjas.

- Dios santo…. De acuerdo, cariño, como más te guste… Los muñecos, como decía, representaban a dos niños y dos niñas también. Se despidieron del hombre del claro y se dirigieron hacia el castillo, muy felices con sus nuevos juguetes, pero se dieron cuenta de que no había ninguna marca en la hojarasca o los árboles que les indicase cual era el camino de vuelta a su casa. Asustados, pues estaba empezando a anochecer, se abrazaron los cuatro al pie de un viejo árbol, temblando de miedo.

Empezaron a oir toda clase de ruidos, y los dos más pequeños comenzaron a sollozar. Sus hermanos les tranquilizaron hasta que uno de ellos comenzó a gritar y tiró su muñeco. "Se ha movido" decía "se ha movido solo" sus hermanos le miraron con gesto burlón, pero se asustaron mucho al darse cuenta de que sus muñecos también se movían. Los lanzaron lejos de ellos, momento en el que se dieron cuenta de que un enorme lobo…

- ¡Morado!

- Ermmm, un enorme lobo les observaba con una sonrisa que dejaba ver unos colmillos…

- ¡Rosas!

- …unos colmillos enormes. Los niños se abrazaron aún más, apretandose contra el tronco del árbol, mientras el lobo se acercaba cada vez más a ellos. Entonces, saltó con las fauces llenas de dientes abiertas de par en par… en ese mismo momento, el hombre del claro, que había aparecido de la nada, golpeó al lobo con su bastón le hizo huir.

El extraño se acercó a los niños y sonriendo les dijo "soy el guardián del bosque, y estos son mis pequeños ayudantes, que me han avisado de que estabais en peligro" Los niños vieron como los muñecos de ramitas se movian como si fuesen personas. El guardián del bosque tocó la cabeza de cada uno de ellos y cayeron en un profundo sueño.

A la mañana siguiente un gran alboroto despertó a los niños, se encontraban en el linde del bosque, muy cerca del castillo. Su padre llegó corriendo guiado por el sirviente que les había encontrado, abrazó a los cuatro llorando de alegría y les hizo prometer que nunca volverían a darle un susto así. Confusos, los niños fueron llevados al castillo sin saber si habían soñado la fantástica historia del dia anterior, todos menos la pequeña, que entre sus ropas escondía un pequeño muñeco de ramitas…

El anciano observó sonriente a la niña, que se había quedado dormida con una hermosa sonrisa en los labios

- Y colorín colorado

5 comentarios:

Naru dijo...

Segunda vez que lo leo y cada vez me gusta más:)
un besito

Cuervo dijo...

creo que prefiero el otro, el de las matanzas... no puedo con tanto azucar...

el cuento esta chulo... pero mola más el de la cacería, sip.

Suseya ediciones dijo...

feliz 2008!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Lauss dijo...

Al contrario de lo q dice cuervo, x fin un relato sin sangre! me ha gustado...y ya q estamos...Feliz año!!!

Isabel dijo...

ha sido super bonito y me he reido mucho, lo de los colores hasido genial.