Anoche, mientras la mayoría de la población desempolvaba su patriotismo viendo un partido de fútbol, unos amigos y yo nos fuimos al teatro (y además por un precio casi regalado) y vimos una obra que me gusto mucho mucho mucho. Se titula Rebeldías Posibles y recomiendo a cualquiera que pueda que vaya a verla, por desgracia mañana es el último dia que la representan, asi que espero que vuelvan y podais verla.
viernes, 27 de junio de 2008
miércoles, 25 de junio de 2008
martes, 17 de junio de 2008
Las Tres Esferas
Como ya saben algunos de los lectores asiduos de este blog, últimamente procuro centrarme más en publicar relatos ambientados en un universo unificado. Poco a poco con cada relato iré definiendo más este universo, algunas cosas ya se pueden ver leyendo los cuentos con la etiqueta las tres esferas
Como guía y aclaración encontrareis las descripciones de los seres que pueblan este universo en este Bestiario
Un saludo y gracias por leerme :)
Como guía y aclaración encontrareis las descripciones de los seres que pueblan este universo en este Bestiario
Un saludo y gracias por leerme :)
Muertos que caminan
Capítulos anteriores:
Primer día
Primer día (continuación)
Se movían entre los pinos con mucho cuidado, las agujas secas que cubrían el suelo complicaban este empeño, pero era la única zona por la que podían acercarse al pueblo.
Alberto había pasado tres meses de adiestramiento en esta misteriosa agencia gubernamental que ni siquiera tenía nombre, cada agente se refería como mejor le parecía aunque lo cierto es que lo normal era simplemente no hacerlo. Esta era su primera misión de campo, y parecía sacada del guión de una película de serie b, un pueblo en medio de la nada atacado por zombis, lo tópico e irreal de la situación le hacía sonreír.
Los zombis existían, si. Como la mayor parte de los monstruos sobrenaturales del imaginario popular, aunque también como en la mayoría de los demás seres las supersticiones no eran del todo acertadas. Alberto había estudiado a fondo todos los datos disponibles sobre estas abominaciones, no se trataba de muertos vivientes exactamente, aunque la parte de la infección a través del mordisco de un zombi si que era cierta. Existía por lo visto un tipo de ser de la oscuridad de pequeño tamaño y aspecto insectoide que en estado larvario podía abrirse camino hasta la cavidad craneal de la víctima, devorar el cerebro y tomar control de las funciones sensoriales y motoras del huésped. Así se obtenía un monstruo de movimientos lentos y tambaleantes, inteligencia animal y en estado de descomposición dado que el parásito solo era capaz de mantener el cuerpo durante unos cuantos días. La propagación de la infección está provocada por los huevos que el parásito deposita en la garganta del huésped de los que eclosionan en pocos minutos miles de larvas que aprovechan cualquier herida abierta, como por ejemplo un mordisco, para infectar a su vez a otras víctimas.
Alberto prefería la versión clásica de estos monstruos, no podía dejar de pensar en todas esas larvas minúsculas entrando en su cuerpo y abriéndose camino hasta su cerebro. Un escalofrío ascendió por su columna vertebral al volver a pensar en ello y cuando llegó hasta su cuello explotó iluminando el pinar que estaba viendo. Un hedor insoportable le abrazó revolviendole el estómago, cuando una docena de cuerpos semipodridos se abalanzó hacia ellos. Había visto suficiente, poniendo en práctica lo aprendido sobre sus capacidades premonitorias se concentró en tratar de ver de nuevo el mundo real, desconectando la visión del combate con los zombis. Aún no se había recuperado de la sensación de vértigo que le producía volver de una visión, pero en cuanto se vio capaz de hablar gritó a sus compañeros para que se preparasen.
Cuando los zombis se lanzaran a por el grupo de agentes fueron recibidos con disparos y chorros de una sustancias viscosa y adherente en llamas. Era la única forma de asegurar que ninguna de las pequeñas larvas escapaba, no podrían infectarles por los trajes con los que iban protegidos, pero la agencia no dejaba cabos sueltos.
El pueblo se consumía en un infierno de llamas avivadas por las capacidades de dos de los agentes que le acompañaban. Marcó un número en su teléfono móvil y esperó, cuando oyó que descolgaban dijo simplemente “terminado” y arrojó el terminal a las llamas que ya se extendían voraces por el bosque.
Lejos de ellos, escondido entre unos arbustos, un ser cuyo aspecto recordaba al de un cerdo observaba a los humanos con ojos vidriosos mientras diminutas larvas entraban y salían de su boca y hocico.
Primer día
Primer día (continuación)
Se movían entre los pinos con mucho cuidado, las agujas secas que cubrían el suelo complicaban este empeño, pero era la única zona por la que podían acercarse al pueblo.
Alberto había pasado tres meses de adiestramiento en esta misteriosa agencia gubernamental que ni siquiera tenía nombre, cada agente se refería como mejor le parecía aunque lo cierto es que lo normal era simplemente no hacerlo. Esta era su primera misión de campo, y parecía sacada del guión de una película de serie b, un pueblo en medio de la nada atacado por zombis, lo tópico e irreal de la situación le hacía sonreír.
Los zombis existían, si. Como la mayor parte de los monstruos sobrenaturales del imaginario popular, aunque también como en la mayoría de los demás seres las supersticiones no eran del todo acertadas. Alberto había estudiado a fondo todos los datos disponibles sobre estas abominaciones, no se trataba de muertos vivientes exactamente, aunque la parte de la infección a través del mordisco de un zombi si que era cierta. Existía por lo visto un tipo de ser de la oscuridad de pequeño tamaño y aspecto insectoide que en estado larvario podía abrirse camino hasta la cavidad craneal de la víctima, devorar el cerebro y tomar control de las funciones sensoriales y motoras del huésped. Así se obtenía un monstruo de movimientos lentos y tambaleantes, inteligencia animal y en estado de descomposición dado que el parásito solo era capaz de mantener el cuerpo durante unos cuantos días. La propagación de la infección está provocada por los huevos que el parásito deposita en la garganta del huésped de los que eclosionan en pocos minutos miles de larvas que aprovechan cualquier herida abierta, como por ejemplo un mordisco, para infectar a su vez a otras víctimas.
Alberto prefería la versión clásica de estos monstruos, no podía dejar de pensar en todas esas larvas minúsculas entrando en su cuerpo y abriéndose camino hasta su cerebro. Un escalofrío ascendió por su columna vertebral al volver a pensar en ello y cuando llegó hasta su cuello explotó iluminando el pinar que estaba viendo. Un hedor insoportable le abrazó revolviendole el estómago, cuando una docena de cuerpos semipodridos se abalanzó hacia ellos. Había visto suficiente, poniendo en práctica lo aprendido sobre sus capacidades premonitorias se concentró en tratar de ver de nuevo el mundo real, desconectando la visión del combate con los zombis. Aún no se había recuperado de la sensación de vértigo que le producía volver de una visión, pero en cuanto se vio capaz de hablar gritó a sus compañeros para que se preparasen.
Cuando los zombis se lanzaran a por el grupo de agentes fueron recibidos con disparos y chorros de una sustancias viscosa y adherente en llamas. Era la única forma de asegurar que ninguna de las pequeñas larvas escapaba, no podrían infectarles por los trajes con los que iban protegidos, pero la agencia no dejaba cabos sueltos.
El pueblo se consumía en un infierno de llamas avivadas por las capacidades de dos de los agentes que le acompañaban. Marcó un número en su teléfono móvil y esperó, cuando oyó que descolgaban dijo simplemente “terminado” y arrojó el terminal a las llamas que ya se extendían voraces por el bosque.
Lejos de ellos, escondido entre unos arbustos, un ser cuyo aspecto recordaba al de un cerdo observaba a los humanos con ojos vidriosos mientras diminutas larvas entraban y salían de su boca y hocico.
jueves, 5 de junio de 2008
martes, 3 de junio de 2008
Primer día (continuación)
Capítulos anteriores:
Primer día
Alberto no tenía muy claro que pensar ante esta declaración, por increíble que le pareciese estaba claro que el bicho que había en la habitación contigua golpeando las paredes y cristal blindados no era “normal”, y también estaba el tema de las cosas que había descubierto que era capaz de hacer, tampoco eran “normales”.
Mientras pensaba en todo esto y trataba de apartar la mirada de aquel monstruo deforme, posó la vista sobre Emeterus y se percató de que había rasgos en él que no encajaban con un humano. Su pelo era demasiado tosco, asemejándose más a fibras vegetales que a cabellos, el tono de la piel era indefiniblemente extraño y en sus ojos había algo inquietante que no alcanzaba a discernir.
Apartó la vista y reparó por primera vez en el hombre que acompañaba a Emeterus, una mole de algo más de dos metros. No le dio tiempo a sorprenderse por su apariencia, descaradamente inhumana, porque en ese mismo instante la escena se desdibujó y sintió una sensación de vértigo que ya empezaba a hacerse habitual.
Abrió de nuevo los ojos y toda la sala parecía iluminada por una potente luz blanca, matizándose las formas tan solo con sombras grises y violetas. Observó como el monstruo contenido en la habitación contigua golpeaba salvajemente el cristal, vio como éste se hacia añicos y justo antes de que el enorme puño de la criatura impactase en la cara de Emeterus, volvió a oír voces y a sentir sus latidos retumbar en sus oídos.
No era la primera vez que le pasaba, y estaba preparado. Abrió los ojos para ver de nuevo la misma escena, esta vez con una coloración normal y con sonido. Mientras el monstruo destrozaba el cristal Alberto alzó su arma y descargó un disparo tras otro sobre su cabeza, sólo para comprobar que las balas no parecían afectarle lo mas mínimo. La bestia descargó un puñetazo contra Emeterus, el cual para asombro de Alberto detuvo el golpe con una sola mano, retorciendo de forma imposible el brazo de la criatura que sonó como un tronco seco tronzándose. El gorila que se encontraba al lado de Emeterus saltó sobre la espalda del troll y sujetando la cabeza del monstruo con ambas manos la retorció salvajemente, resonando el crujido en toda la sala mientras el cuerpo de la criatura se desplomaba.
Emeterus se acercó a el mientras se sacudía algunos trozos de cristal de su traje.
- Premoniciones. Una capacidad muy interesante y muy útil. Comprobarás que con algo de entrenamiento la precisión, duración y anticipación de tus visiones aumentará de forma espectacular. Reginald te enseñará esto y te acompañará a tu habitación. Bienvenido a bordo.
El nuevo agente acababa de salir por la puerta, con la sorpresa en su cara y un millón de dudas en la cabeza. Ah, la juventud, la inocencia, como añoraba todo eso Emeterus, siempre que llegaba uno de esos jóvenes muchachos los años parecían subirse a sus espaldas, pesándole como plomo.
El cuerpo del troll comenzó a moverse ligeramente.
- Marco, llévate a ese a una celda de contención, una de las de verdad. Después informa al enlace gubernamental de que el espécimen ha resultado ser demasiado peligroso y ha sido incinerado.
Como toneladas de plomo...
Primer día
Alberto no tenía muy claro que pensar ante esta declaración, por increíble que le pareciese estaba claro que el bicho que había en la habitación contigua golpeando las paredes y cristal blindados no era “normal”, y también estaba el tema de las cosas que había descubierto que era capaz de hacer, tampoco eran “normales”.
Mientras pensaba en todo esto y trataba de apartar la mirada de aquel monstruo deforme, posó la vista sobre Emeterus y se percató de que había rasgos en él que no encajaban con un humano. Su pelo era demasiado tosco, asemejándose más a fibras vegetales que a cabellos, el tono de la piel era indefiniblemente extraño y en sus ojos había algo inquietante que no alcanzaba a discernir.
Apartó la vista y reparó por primera vez en el hombre que acompañaba a Emeterus, una mole de algo más de dos metros. No le dio tiempo a sorprenderse por su apariencia, descaradamente inhumana, porque en ese mismo instante la escena se desdibujó y sintió una sensación de vértigo que ya empezaba a hacerse habitual.
Abrió de nuevo los ojos y toda la sala parecía iluminada por una potente luz blanca, matizándose las formas tan solo con sombras grises y violetas. Observó como el monstruo contenido en la habitación contigua golpeaba salvajemente el cristal, vio como éste se hacia añicos y justo antes de que el enorme puño de la criatura impactase en la cara de Emeterus, volvió a oír voces y a sentir sus latidos retumbar en sus oídos.
No era la primera vez que le pasaba, y estaba preparado. Abrió los ojos para ver de nuevo la misma escena, esta vez con una coloración normal y con sonido. Mientras el monstruo destrozaba el cristal Alberto alzó su arma y descargó un disparo tras otro sobre su cabeza, sólo para comprobar que las balas no parecían afectarle lo mas mínimo. La bestia descargó un puñetazo contra Emeterus, el cual para asombro de Alberto detuvo el golpe con una sola mano, retorciendo de forma imposible el brazo de la criatura que sonó como un tronco seco tronzándose. El gorila que se encontraba al lado de Emeterus saltó sobre la espalda del troll y sujetando la cabeza del monstruo con ambas manos la retorció salvajemente, resonando el crujido en toda la sala mientras el cuerpo de la criatura se desplomaba.
Emeterus se acercó a el mientras se sacudía algunos trozos de cristal de su traje.
- Premoniciones. Una capacidad muy interesante y muy útil. Comprobarás que con algo de entrenamiento la precisión, duración y anticipación de tus visiones aumentará de forma espectacular. Reginald te enseñará esto y te acompañará a tu habitación. Bienvenido a bordo.
El nuevo agente acababa de salir por la puerta, con la sorpresa en su cara y un millón de dudas en la cabeza. Ah, la juventud, la inocencia, como añoraba todo eso Emeterus, siempre que llegaba uno de esos jóvenes muchachos los años parecían subirse a sus espaldas, pesándole como plomo.
El cuerpo del troll comenzó a moverse ligeramente.
- Marco, llévate a ese a una celda de contención, una de las de verdad. Después informa al enlace gubernamental de que el espécimen ha resultado ser demasiado peligroso y ha sido incinerado.
Como toneladas de plomo...
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