viernes, 21 de diciembre de 2007

El hallazgo

El interior desordenado, sucio y oscuro de la pequeña tienda parecía abrazar al recién llegado como el hijo pródigo que vuelve tras largo viaje. Sus ropas, igual de desordenadas, sucias y oscuras que su apócrifa madre, dejaban entrever sólo una pequeña porción de su blanquecino y demacrado rostro.
El ser, aparentemente humano y de sexo indeterminado, que regentaba la tienda salió al encuentro de su posible cliente con lo que Sebastian supuso que pretendía ser una sonrisa, él lo clasificaría en el apartado de muecas espeluznantes.

- ¿Que puede este humilde buhonero ofrecer a tan apuesto viajero?

- He oído que tienes a la venta una mercancía muy especial... una mercancía... viva.

- ¡Oh! ¡Tengo a la venta gran cantidad de mercancías vivas para cubrir todas las... necesidades que pueda tener un caballero como vos!

- No me interesa tu morralla agonizante, sé que hace poco conseguiste hacerte con una fata viva. Quiero comprarla.

- Ji ji ji, parece ser que hay gente que habla demasiado...

- Si se les... persuade lo suficiente... sí.

- ¿Crees que cualquier matón de tres al cuarto puede venir a mi casa a pedirme algo que jamás podría soñar con poder pagar? Esa es una mercancía de reyes, ¡no de mendigos!

- Je, ¿entonces por qué la tienes tú? - Alzó una mano en señal de calma ante el gesto de irritación del buhonero y con la otra sacó del bolsillo de su desgastado abrigo un puñado de brillantes gemas- Como comprobarás, tengo más riquezas de las que nunca podrías soñar con poder ganar.

La expresión del vendedor cambió de inmediato a una cara de asombro y codicia, y en menos de cuatro latidos de corazón había vuelto de la trastienda con una jaula cubierta por un mugriento trapo.

- Aquí está - levantó levemente el trapo por el lado más cercano a Sebastian y una tenue luz iluminó todo el siniestro local - ¡Es una fata auténtica! ¡Ya podéis ver lo poderosa que es su Luz!

El viajero depositó el puñado de gemas en uno de los platos de una balanza cubierta de telarañas que había a su lado y añadió otros dos más

- Es exactamente lo que andaba buscando

Recogió la jaula que le tendía el buhonero, el cual se abalanzó sobre la pequeña pila de gemas con una lujuriosa mirada de codicia en sus marchitos ojos.

- Y decidme, poderoso señor, ¿que encantamiento o experimento vais a realizar con ese bichejo? - Sus manos se crisparon dejando caer algunas gemas mientras sus ojos se abrían como platos al notar que la iluminación en el sucio cuchitril había aumentado enormemente. - ¡¡Idiota!! ¡¡No descubras la jaula!! Podría llegar a...

Las palabras agonizaron en su garganta cuando se giró y vio a su cliente con un pequeño ser alado de formas femeninas de pura luz posado en su mano.

- ¿Que te han hecho, pequeña? ¿Por que me abandonaste? - Sebastian derramó una lágrima mientras con un gesto tierno acercaba al pequeño ser a su corazón. Con un pequeño destello, la luminosa figura se fundió en el pecho del viajero.

El paralizado buhonero apenas podía respirar, pero pudo captar como las ropas de su cliente ahora mostraban sus colores, muy apagados y casi grises, que abarcaban toda la gama cromática. Con la cara algo más iluminada y sonriente, Sebastian se acercó lentamente al aterrorizado vendedor.

- Y ahora vas a explicarme como llegó a tus asquerosas zarpas una de mis musas perdidas...


Dedicado al duendecillo que me ha devuelto la inspiración ;P

4 comentarios:

Anarresti dijo...

¡¡Bienvenido!! Todo un gusto volver a verte por aquí. Le daré las gracias a tu pequeña musa. ;)

Ícaro Incombustible dijo...

Me gustan tus cuentos del arcoiris; están llenos de magia y color. De duendes y hadas.
¡Un saludo!

Giaccomo Torchia dijo...

esta bastante bien, no siempre una cosa llena de florecitas es amable e indefensa.

Naru dijo...

Me gusta lo que has escrito, pero jijiji, nooooo, jejeje sip:P