Como hace mucho que no pongo payasadas aqui y empieza a hacer bueno tiempo, pues eso...
viernes, 3 de abril de 2009
miércoles, 1 de abril de 2009
Fe
Llevaba varias horas andando sin rumbo, bloqueado sin poder asimilar que su vida se hubiese convertido en el argumento de una mala película. Se levantó de su lujosa cama como ejecutivo de alto nivel y ahora que ya había caido la noche ni siquiera tenía donde ir.
Esquivó por poco una puerta que se abrió delante de sus narices, un breve destello de luz multicolor y música atronadora se escapó mientras un hombre salía trompicones. Se volvió hacia él, la cara congelada en una mueca de rabia, empapada en lágrimas y templada en alcohol.
No dijo nada, sólo un ronco gruñido salió de sus labios y cuando el pobre desgraciado consiguió reaccionar el extraño que acababa de salir de la discoteca desenterraba un enorme cuchillo de su estómago.
- Ya nada importa aquí. El final está cerca. ¡Lo único que puedo hacer es mandar al otro mundo a todos los que pueda!
Vió alejarse a aquel hombre aún en estado de sock, intentó caminar pero le fallaron las piernas Notaba que tenía la camisa empapada a la altura del estómago. Apoyandose en la pared consiguió dar unos cuantos pasos antes de desplomarse junto a un montón de basura.
La conciencia comenzó a abandonarle cuando notó que los desperdicios sobre los que había caído se estaban moviendo.
- ¡EH! ¡EEEEHHH! ¿Quien coño...? Prufffftt ¿Quien coño se me ha tirado encima?
De entre la basura surgió vociferando un hombre cubierto de mugre y harapos, con las facciones desencajadas por el alcohol y un brillo demente en los ojos. Al verle, su sangre mezclándose con un charco negro de inmundicias, el rostro del mendigo se tornó serio, sacudiendose en un instante cualquier atisbo de falta de raciocinio.
- Vaya, lo siento por ti, tío. Por si eres lo bastante estúpido para que te sirva de consuelo, todo tiene una razón de ser. Ahora mismo eso te la sudará, pero esto que te ha pasado tiene cierto sentido si pudieses ver el cuadro completo.
El mendigo se sentó pesadamente, rebuscó entre la basura de su alrededor, sacó un pequeño cuenco y lo llenó en el charco, tomando líquido negro y sangre por igual. Mientras bebía distraidamente continuó hablandole al cuerpo inerte que yacía boca abajo a sus pies.
- Todo es una mierda, la verdad. ¿Sabías que no existe el destino ni ninguna de esas gilipolleces? No. Sólo es cuestión de que tengas la mala suerte de que un puto pirado se cruce contigo por la calle y acabas desangrandote en una pila de mierda. Aunque bueno, hay cosas peores. Oh si, créeme. ¿Sabías que antes los vampiros podían andar por el día tranquilamente? Pues si, hasta que algún gracioso difundió la leyenda que la luz solar les destruye. Al menos ahora solo se les puede matar con estacas y cosas asi, en eso han ganado.
Durante un par de minutos el vagabundo se quedó pensativo, con la vista perdida en el infinito.
- La dictadura de la creencia humana. Si consigues que la inmensa mayoría de los humanos crean en algo, ese algo se hará ten real como tu y yo. Como lo oyes, si ahora mismo fuese una creencia popular que eres inmortal, estarias aqui tan tranquilo bebiendo conmigo, bueno, seguramente estarias en un sitio más agradable, pero entiendes lo que quiero decir.
El mendigo volvió a llenar el cuenco, giró el cuerpo inerte y vertió el líquido en su garganta.
- Aunque la creencia popular también puede darte mucho por el culo, sobre todo cuando una panda de hijos de puta que se supone que son tus amigos cojen unas enseñanzas destinadas a salvar a la humanidad de si misma y se montan con ellas un chiringuito para forrarse, matandote en el proceso. Hay muchas historias como esas, a fin de cuentas la masa de humanos no es más que un rebaño estúpido y manipulable, deseando creerse todo lo que les cuenten.
Saúl abrió los ojos de par en par, notando como poco a poco su cuerpo recuperaba su vitalidad, con el paladar inundado por el fuerte sabor del vino añejo.
- Claro, que los muy cabrones no calcularon bien y como ya te he dicho todo tiene un por qué. Le costó que le cargasen con el muerto, pero uno de ellos me echó un cable de ultima hora y pude volver. Antes creía que algún día su tinglado caería y podria volver a intentarlo, pero en los 60 me di cuenta de que no. Mientras ellos sigan viviendo no dejarán que me cargue su chollo, así que a partir de ahora, discípulo mío, vamos a cargárnoslos.
Esquivó por poco una puerta que se abrió delante de sus narices, un breve destello de luz multicolor y música atronadora se escapó mientras un hombre salía trompicones. Se volvió hacia él, la cara congelada en una mueca de rabia, empapada en lágrimas y templada en alcohol.
No dijo nada, sólo un ronco gruñido salió de sus labios y cuando el pobre desgraciado consiguió reaccionar el extraño que acababa de salir de la discoteca desenterraba un enorme cuchillo de su estómago.
- Ya nada importa aquí. El final está cerca. ¡Lo único que puedo hacer es mandar al otro mundo a todos los que pueda!
Vió alejarse a aquel hombre aún en estado de sock, intentó caminar pero le fallaron las piernas Notaba que tenía la camisa empapada a la altura del estómago. Apoyandose en la pared consiguió dar unos cuantos pasos antes de desplomarse junto a un montón de basura.
La conciencia comenzó a abandonarle cuando notó que los desperdicios sobre los que había caído se estaban moviendo.
- ¡EH! ¡EEEEHHH! ¿Quien coño...? Prufffftt ¿Quien coño se me ha tirado encima?
De entre la basura surgió vociferando un hombre cubierto de mugre y harapos, con las facciones desencajadas por el alcohol y un brillo demente en los ojos. Al verle, su sangre mezclándose con un charco negro de inmundicias, el rostro del mendigo se tornó serio, sacudiendose en un instante cualquier atisbo de falta de raciocinio.
- Vaya, lo siento por ti, tío. Por si eres lo bastante estúpido para que te sirva de consuelo, todo tiene una razón de ser. Ahora mismo eso te la sudará, pero esto que te ha pasado tiene cierto sentido si pudieses ver el cuadro completo.
El mendigo se sentó pesadamente, rebuscó entre la basura de su alrededor, sacó un pequeño cuenco y lo llenó en el charco, tomando líquido negro y sangre por igual. Mientras bebía distraidamente continuó hablandole al cuerpo inerte que yacía boca abajo a sus pies.
- Todo es una mierda, la verdad. ¿Sabías que no existe el destino ni ninguna de esas gilipolleces? No. Sólo es cuestión de que tengas la mala suerte de que un puto pirado se cruce contigo por la calle y acabas desangrandote en una pila de mierda. Aunque bueno, hay cosas peores. Oh si, créeme. ¿Sabías que antes los vampiros podían andar por el día tranquilamente? Pues si, hasta que algún gracioso difundió la leyenda que la luz solar les destruye. Al menos ahora solo se les puede matar con estacas y cosas asi, en eso han ganado.
Durante un par de minutos el vagabundo se quedó pensativo, con la vista perdida en el infinito.
- La dictadura de la creencia humana. Si consigues que la inmensa mayoría de los humanos crean en algo, ese algo se hará ten real como tu y yo. Como lo oyes, si ahora mismo fuese una creencia popular que eres inmortal, estarias aqui tan tranquilo bebiendo conmigo, bueno, seguramente estarias en un sitio más agradable, pero entiendes lo que quiero decir.
El mendigo volvió a llenar el cuenco, giró el cuerpo inerte y vertió el líquido en su garganta.
- Aunque la creencia popular también puede darte mucho por el culo, sobre todo cuando una panda de hijos de puta que se supone que son tus amigos cojen unas enseñanzas destinadas a salvar a la humanidad de si misma y se montan con ellas un chiringuito para forrarse, matandote en el proceso. Hay muchas historias como esas, a fin de cuentas la masa de humanos no es más que un rebaño estúpido y manipulable, deseando creerse todo lo que les cuenten.
Saúl abrió los ojos de par en par, notando como poco a poco su cuerpo recuperaba su vitalidad, con el paladar inundado por el fuerte sabor del vino añejo.
- Claro, que los muy cabrones no calcularon bien y como ya te he dicho todo tiene un por qué. Le costó que le cargasen con el muerto, pero uno de ellos me echó un cable de ultima hora y pude volver. Antes creía que algún día su tinglado caería y podria volver a intentarlo, pero en los 60 me di cuenta de que no. Mientras ellos sigan viviendo no dejarán que me cargue su chollo, así que a partir de ahora, discípulo mío, vamos a cargárnoslos.
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