domingo, 2 de marzo de 2008

Sonrisas

Érase una vez un severo profesor que paseaba por el bosque cercano a la pequeña ciudad en la que vivía. Don Cosme tenía fama de estricto y severo, los niños del colegio donde daba clase le temían, pues había llegado a castigar a un alumno por sonreír en su clase.

Gustaba Don Cosme de disipar las estúpidas fantasías de sus alumnos, tales como cuentos de hadas y tonterías similares. En esto que según paseaba por el bosque el profesor vio sobre una flor las alas de una mariposa enorme con unos colores llamativos y brillantes, aficionado como era al estudio y colección de raros insectos se acercó despacio a la flor y con un movimiento rápido y preciso lanzó su gorro sobre la mariposa. Con mucho cuidado para no hacer daño al delicado insecto, recogió el gorro cerrándolo rápidamente y se fue hacia su casa.

Una vez en casa, cogió un bote grande y con mucho cuidado fue abriendo la abertura del gorro de tal forma que encajase en la boca del bote. Pero cual fue su sorpresa cuando lo que cayó en el bote no fue una mariposa enorme, si no una persona diminuta con un par de llamativas alas de mariposa en la espalda y vestida con lo que parecían pétalos de diversos colores y formas. Del susto , Don Cosme soltó el gorro y se tropezó con una silla, quedando sentado en el suelo con una mueca de sorpresa. El curioso ser salió volando rápidamente de bote pero, en lugar de marcharse por la ventana, se posó sonriendo en la rodilla del sorprendido profesor.

- Hola.

Al ver que aquella personita también era capaz de hablar, el maestro abrió mucho la boca quedándose congelado con una expresión de sorpresa bastante tonta. El hada, porque estaba claro que eso era un hada, rió divertida y su risa le sonó a Don Cosme como el tintineo de pequeñas campanillas de plata.

- ¡¡Vaya cara que se te ha quedado!! Ya que me has traído hasta aquí de una forma tan incomoda por lo menos podrías saludar, yo me llamo Naru. – Observó divertida la cara congelada del profesor y sonrió.

- Ho.. hola... yo...me me llamo Cosme.

- ¡¡Bien!! ¡Puedes hablar! No te preocupes por lo del gorro, que por cierto huele fatal, por la cara que has puesto al verme creo que me has confundido con otra cosa.

El hada rió de nuevo, empezó a volar, se acercó al profesor y le besó en las mejillas. Muak muak.

- Me tengo que marchar, mis pequeños se preocuparán si tardo mucho más en llegar a clase.

- ¿A clase? ¿Tu eres profesora?

- ¡Pues claro! ¿Quien sino una profesora iba a acercarse a ti para enseñarte a ser menos rancio?

Riendo, el hada se fue volando por la ventana. Al día siguiente los alumnos esperaban a Don Cosme, todos quietos en su sitio por miedo a ser castigados. El profesor entro por la puerta y les saludó como cada mañana, pero todos tardaron un poco en reaccionar, no creyéndose lo que acababan de ver. El estricto Don Cosme les había sonreído.

Dedicado a esa hadita que nos pinta sonrisas de color :)